Una vivienda que reflexiona sobre la regulación de los grados de intimidad en respuesta a los condicionantes que supone vivir en un barrio como Terralagos, tanto en la búsqueda de la integración con el paisaje como en la regulación de la privacidad respecto a los vecinos.
Se trabajó en diluir el límite interior-exterior, desmaterializando la envolvente. La vivienda se estructura a partir de cinco vigas de hormigón dispuestas estratégicamente en dirección norte-sur. Esta condición estructural nos permitió potenciar las características del terreno maximizando las relaciones entre la arquitectura y el gran vacío verde ubicado al contrafrente.
En planta alta se posan dos sistemas estereotómicos sobre las vigas, cualificados con materialidad ladrillera, en un juego de lo macizo sobre lo etéreo, lo pesado sobre lo liviano, casi como un diagrama de cargas manifiesto.
Por un lado, una caja que resuelve el habitar privado utilizando su condición maciza y de resguardo. Por el otro, tres bóvedas que resuelven la cubierta de los espacios públicos de la vivienda y son el sustento de las expansiones. Se propone vivir las bóvedas, habitar la cubierta, una terraza contenida que regula los grados de intimidad con los vecinos aprovechando la topografía que resulta de la morfología propia del arco.
